METODOLOGIAS AGILES: MUCHO MÁS QUE UNA MODA

 El otro día tuvimos la oportunidad de asistir a una charla en la que participaron tres antiguos alumnos de la Facultad de Pedagogía de la UCM. Cada uno de ellos está ahora involucrado en actividades muy diversas. Héctor, por ejemplo, se encuentra trabajando actualmente en un proyecto relacionado con la radio escolar en un centro educativo. 

También me pareció especialmente interesante lo que nos compartió Belén. Su relato fue muy alentador y motivador y lo que más me impactó fue escuchar cómo, a pesar de no haber alcanzado la nota necesaria para entrar en la carrera que inicialmente quería, psicología, su esfuerzo, perseverancia y dedicación la llevaron a lograr su objetivo. Nos contó cómo, a través de su constancia y su trabajo, pudo superar las dificultades que se le presentaron, en lugar de rendirse, Belén encontró en su pasión y la motivación para seguir adelante.

Inma, por su parte, está desarrollando su carrera en una empresa, donde se dedica a implementar y gestionar metodologías ágiles. Lo que realmente me llamó la atención durante la charla fue lo que comentó sobre su trabajo con metodologías ágiles, ya que esto es algo que se está utilizando cada vez más en distintos campos.

Las metodologías ágiles son una forma de organizar y gestionar proyectos que se basa en la flexibilidad, la colaboración y la adaptación constante a los cambios.

Nacieron en el mundo de la tecnología, especialmente en el desarrollo de software, pero hoy en día se aplican en muchos otros ámbitos: empresas, educación, marketing…

Los Métodos o Sistemas Ágiles se basan en cuatro principios fundamentales (Paulk, 2002):

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La adaptación de los principios de las metodologías ágiles al contexto educativo no resulta especialmente complicada. Al fin y al cabo, el aprendizaje también gira en torno a las personas, a sus relaciones y a su capacidad de colaborar y crecer juntas. Esto se hace aún más evidente cuando hablamos de procesos de aprendizaje colaborativo, donde el alumnado deja de ser un simple receptor de información para convertirse en protagonista activo de su propio aprendizaje.

Las metodologías ágiles apuestan precisamente por eso: por un aprendizaje práctico, vivencial y basado en la experiencia directa. Los estudiantes no solo adquieren conocimientos, sino que los ponen en práctica, experimentan, se equivocan, mejoran y, en ese camino, desarrollan autonomía, habilidades y competencias fundamentales. En mi opinión, al igual que en un proyecto, aprender no es un proceso lineal, perfecto y predecible. Aprender es explorar, equivocarse, adaptarse y volver a intentarlo. Gracias a las metodologías ágiles en educación se pasa de un aula donde el profesor lo sabe todo y el alumno solo escucha, a un espacio dinámico donde todos participan, construyen conocimiento, experimentan y crecen juntos.

Dentro de este enfoque, las metodologías más utilizadas en el ámbito educativo suelen ser Scrum y Kanban, ya que permiten organizar el trabajo en equipo, visualizar procesos y fomentar la responsabilidad y participación activa del alumnado.

Scrum: Organización del trabajo en ciclos cortos llamados sprints, con reuniones frecuentes y roles definidos dentro del equipo.

Kanban: Gestión visual de las tareas a través de tableros, que permiten ver en qué está trabajando cada persona, qué está pendiente y qué está terminado.







Todo esto me recuerda al trueque de saberes que nosotros mismos realizamos en clase. Esta metodología refleja perfectamente el espíritu ágil. Después de una parte teórica inicial, cada alumno prepara un taller o una pequeña clase sobre un tema que ha investigado o trabajado, y lo comparte con sus compañeros. Aquí podemos ver como el conocimiento circula, las jerarquías se rompen, todos enseñan y todos aprenden. El aula se transforma en un equipo ágil, donde lo importante no es solo lo que se aprende, sino cómo se aprende y con quién. Gracias a esto, todos aprendemos de todos y no es solo el profesor quien enseña.

Considero que esto es muy importante, porque como ya he dicho anteriormente aprender es un proceso vivo, flexible y en constante cambio donde las personas están en el centro. Cuando los estudiantes son parte activa del proceso, se sienten más motivados.

En clase hemos realizado varios truques de saberes donde hemos aprendido muchas cosas acerca de las experiencias de nuestros compañeros.

Un dibujo de un perro

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Finalmente, he realizado una tabla comparativa, donde se muestran las diferencias de las metodologías ágiles y las metodologías tradicionales 





Bibliografía: 

Paulk, M. (2002) Agile Methodologies and Process Discipline. Carnegie Mellon University.

Gómez, S. M. (2020). Aplicación de las Metodologías Ágiles al proceso de enseñanza-aprendizaje universitario. Revista d'Innovació Docent Universitària, 62-73.

 

 

 

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